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L’esthétique est plus politique qu’elle ne veut paraître.

Meschonnic 1999: 81

1. Introducción

La producción de un libro y su reproducción en otras lenguas y culturas es fundamentalmente una actividad económica en la que intervienen muchos agentes, aunque sólo conozcamos el nombre de su creador/a y el de su traductor/a por la información que nos ofrecen los paratextos. Generalmente, autor/a y traductor/a comparten el actuar en el espacio del texto, pero raramente pueden decidir la estética de la cubierta, la idoneidad de un título o la distribución de otros paratextos a lo largo del libro, porque se trata de un espacio exclusivo gobernado por el editor/a o paratraductor/a, persona designada por la industria editorial para gestionar estética, política y culturalmente un bien cultural.

La recepción de Se questo è un uomo[1] (Levi 1947) de Primo Levi en Francia presenta una historia accidentada motivada, según todos los indicios, por la calidad de la primera traducción. En efecto, esta se publica en 1961 en la editorial Buchet-Chastel, tiene como traductora a Michèle Causse[2] y lleva el título J’étais un homme (en adelante nos referiremos a esta primera traducción como J’étais…). La segunda data de 1987, lleva por título Si c’est un homme[3], está publicada en ediciones Julliard y tiene como traductora a Martine Schruoffeneger (Si c’est… de aquí en adelante). A la primera se le coloca el estigma de ser una mala traducción mientras que a la segunda se le otorgan tales felicitaciones, que la llegan a convertir en canónica.

En el año 2004 se establecieron las primeras bases epistemológicas de la noción de paratraducción (Garrido Vilariño 2005) y se delimitaron los espacios de análisis de la traducción y la paratraducción con vistas a realizar una crítica de traducciones sobre un corpus plurilingüe (Garrido Vilariño 2005: 299-344). Para llegar a la nueva metodología de comparación de traducciones a partir de las paratextualidad de las mismas que propusimos en nuestra tesis doctoral, tuvimos que repasar las principales teorías de la traducción desde 1923 hasta la actualidad en el capítulo titulado «Marco teórico do feito traductivo» (Garrido Vilariño 2005: 241-289). En nuestra tesis doctoral, el lector encontrará unas trescientas referencias a toda la terminología usada en este artículo, sobre todo, a las conceptualizaciones y reflexiones teóricas sobre los términos de paratraducción, paratraductor y elementos paratraductivos.

2. Valoración de la calidad de «J’étais un homme» (1961)

Todas las pruebas apuntan a Primo Levi como causante de la descalificación de J’étais…, cuando muestra su disgusto por ser traducida al francés «in fretta e furia» (con prisas y cabreo), pero cinco años después de que esta se publicase, tal y como lo recuerda el editor de sus obras completas Marco Belpoliti:

Nel 1961 viene siglato il contratto per la traduzione francese di Se questo è un uomo presso Buchet-Chastel (Éditions Corréa) e il libro esce entro l’anno con il titolo J’étais un homme; tuttavia, a cinque anni di distanza, in una lettera indirizzata «agli amici dell’Einaudi», dedicata alla traduzione dei propi libri, Levi scrive: «Se questo è un uomo, tradotto in francese in fretta e furia (e a mia insaputa) dal primo venuto, è risultato letteralmente illeggibile, e a tratti degno di “La réalité dépasse la fiction”» (4 novembre 1966). Un giudizio che verrà ribato anche nel corso di succesive conversazioni e interviste».

Levi 1997: 1592[4]

Llama la atención que Primo Levi realice esta declaración tan tarde, porque normalmente solía recibir las traducciones incluso antes de que se publicaran para revisarlas. Una revista del prestigio de Les Temps modernes, dirigida por el filósofo Jean Paul Sartre publica ese mismo año tres capítulos de la traducción y no hace ningún comentario sobre su calidad[5]. En todo caso se sobreentiende que la calidad en francés debía ser al menos correcta, porque de no ser así, no se hubiese publicado lo siguiente:

En 1961, le nom de Primo Levi apparaît pour la première fois dans le monde de l’édition française. «Les Temps modernes» publient dans leur numéro du mois de mai un extrait de trente-sept pages de la première traduction française de Si c’est un homme, «à paraître prochainement aux Éditions Corréa». Le texte, composé de quatre extraits, porte déjà le titre malheureux d’une traduction bâclée et fautive – J’étais un homme –, que Levi fera bientôt interdire. Trois chapitres sont presentés sous leur intitulé original: «Nos nuits», «En deçà du bien et du mal», «Les dix derniers jours». En revanche, «Les élus et les damnés» sont par la grâce du traducteur, devenus «Les Vainqueurs et les vaincus».

Anissimov 1996: 456

Contemplamos cómo la biógrafa de Primo Levi no le ahorra críticas a Michèle Causse y admitimos que la traducción del título de este último capítulo no resulta muy acertada. Pero el hecho de calificar de mala la traducción, implicaría que el capítulo «Les élus et les damnés» sería una buena traducción cuando en el original italiano el título de este capítulo aparece como: «I sommersi e i salvati», literalmente, «los ahogados y los salvados». Una es mala, pero la otra tampoco es buena, si seguimos los parámetros maniqueos de calidad que no solo juzga y publica esta biógrafa, sino que repiten todos los críticos como una letanía. En ambas se produce una determinada lectura del original inducida por la información de los epitextos de la obra original y por los acontecimientos históricos que se producen en 1961 y 1987, respectivamente, en todo lo relativo al Holocausto. Finalmente, ninguna de estas dos formas de titular sería la definitiva, sino la que ofrece el traductor André Maugé, «Les naufragés et les rescapés»[6].

Si le hacemos caso a Myriam Anissimov, parece que el propio Levi intervino para que se retirase de la venta la traducción de Michèlle Causse: «Traduction de la première édition italienne Se questo è un uomo, De Silva, Turin, 1947. Retirée de la vente à la demande de l’auteur» (Anissimov 1996: 669, negritas nuestras) La autora ofrece esta información en la bibliografía de Tragédie d’un optimiste, pero este dato no lo volvemos a encontrar en ninguna otra parte.

Otro biógrafo de Primo Levi, Ian Thomson, establece que, a principios de 1961, Jean Samuel, el Pikolo de «Il canto di Ulisse»[7] recibe en Francia un ejemplar de la primera traducción en francés enviada por el propio autor, al que le dedica el volumen y le pide perdón por la calidad de la traducción: «With apologies for the quality of the translation». Este biógrafo también repite lo mismo que Miryam Anissimov sobre el intento de retirarla del mercado, y que finalmente no había conseguido, aunque sin aportar más pruebas sobre ello. Con todo, Thomson establece la interesante hipótesis de que quizás el mezquino tratamiento de Levi en Francia se haya debido a la incomodidad que producía en ese país haber deportado a los campos de exterminio a 75000 judíos y a la colaboración de las instituciones francesas con los nazis (Thomson 2002: 292).

Todas las referencias consultadas presentan a J’étais… como una traducción fallida y todas, también, olvidan decir que en su portada se le apone un subtítulo que translitera el original italiano: Se è questo è un uomo[8]. No sabemos si la omisión de esta información es consciente o inconsciente, pero desde el punto de vista traductor, se trata de una compensación que refuerza la asimilación realizada con la traducción al francés. Se podría discutir si es más o menos adecuado, pero en ningún momento hay falsedad sobre el original ni paratraducción al estilo americano como se ha constatado en investigaciones sobre la traducción de los títulos de las obras de Primo Levi al inglés (Garrido Vilariño 2011).

Si la lengua francesa empleada hubiera sido tan «fautive» como la presentan, creemos que una revista del prestigio de Les Temps Modernes, dirigida, recordemos una vez más, por Jean Paul Sartre, no hubiese publicado en 1961 algunos capítulos en extracto[9].

3. Omisiones de referentes culturales por encargo de los paratraductores

El comportamiento traductor de las dos traducciones francesas es tan asimilador en el texto traducido que, a veces, se olvida del origen extranjero. Pero las asimilaciones son diferentes y, en todo caso, imputables a causas diferentes. Nada más abrir la edición de J’étais… notamos que faltan fragmentos de texto por traducir. De las omisiones que registramos, faltan las referencias al personaje de Flesch, que actúa de intérprete (Levi 1989a: 20); los dos primeros versos que se citan de la Divina Comedia (Levi 1989a: 25); la nota a pie de página autorial en la que explica el término «Muselmann» (Levi 1989a: 25); toda la escena de «…qui mi fermo e cerco di tradurre…» y todos los versos de «Il canto di Ulisse» (Levi 1989a: 101); además de otras eliminaciones de diferente entidad en las que, al parecer, alguien debió de encargar que la traductora resumiera el texto del original (Levi 1989a: 73, 76)[10].

No existen justificaciones lingüísticas que expliquen todas estas supresiones como se podría deducir en una primera aproximación, pero después de compararlo con los añadidos que Primo Levi realiza desde la edición original de 1947 al texto fijado y definitivo de 1958, comprobamos que las omisiones que aquí referenciamos de J’étais… coinciden con los añadidos a prière d’insérer autoriales de la edición italiana de 1958, en la mayor parte de los casos. J’étais… no se tradujo de la edición de 1947, pero probablemente Michèle Causse haya tenido delante esta primera edición original. Lo que parece fallo de la traductora, realmente no lo es, porque ella no decide de buenas a primeras suprimir unas partes y resumir otras al mismo tiempo que tiene un cuidado exquisito en buscar la palabra adecuada para expresiones difíciles de traducir al francés.

Si analizamos los tipos de supresiones, comprobamos que la mayor parte corresponden a referencias del intertexto literario de la Divina Comedia, justamente a aquellas partes más literarias. En consecuencia, llegamos a la conclusión de que alguien tomó la decisión de eliminar partes, sobre todo, las de los referentes culturales, filosóficos o de ficción, para que no afectaran al testimonio de un superviviente de Auschwitz. Si no hay omisiones en la radiografía del campo de exterminio, significa que se pretende ofrecer un testimonio «real» que haga visible la destrucción sistemática de los judíos de Europa. Para apoyar esta hipótesis no tenemos más que ir a ese peritexto editorial de la cubierta posterior[11] y comprobaremos que aquel año se celebra el juicio a Eichmann en Jerusalén (el jerarca nazi había sido secuestrado por el Mossad en 1960 en Buenos Aires). Cuando Primo Levi decía que esta traducción había sido realizada «in fretta e in furia», tenía razón, porque probablemente el encargo de traducción se produjo unos meses antes del inicio del juicio. Esto trajo a la actualidad de aquel tiempo presente la realidad del Holocausto ocultado detrás de las batallas de la Segunda Guerra Mundial. Pudo ser decisión de la traductora eliminar esas partes, pero nos inclinamos más por dirigir la mirada acusadora a los editores, es decir, a los agentes paratraductores.

Queremos dejar claro que la acusación de traducción «mala» no se le puede imputar a la traductora, sino a la circunstancia sociohistórica que provocó la necesidad de traducción de ese texto en la sociedad receptora y que decidió amputar aquellas partes que no interesaban en ese momento, por las razones que fuesen, quizás, por falta de tiempo.

4. Decisiones de traducción imputables a las traductoras

El resto de las manipulaciones en J’étais… son para apuntar en el haber de la ideología de la traducción de tendencia asimiladora, sea ésta consciente o inconsciente, conforme a las normas preliminares da sociedad de recepción. Y lo mismo se podría decir para la segunda traducción de 1987, ya que, aunque Martine Schruoffeneger no amputa, se atreve a corregir el argumento del libro. De este modo, allí donde Primo Levi dice que hay cuatro prisioneros ella decide que hay tres, cuando a esa misma escena llega un quinto prisionero ella dice que llega un cuarto (Levi 1987: 73)[12].

Tanto J’étais… como Si c’est… son traducciones francesas que representan las narrativas de gestión de pasados traumáticos para Francia y nos dice más de la sociedad francesa en los tiempos presentes de 1961 y 1987 que de la sociedad que creó el texto original. La de 1987 nos señala la implicación y la colaboración con un régimen totalitario que condujo al Holocausto y que salió a la luz del día ese mismo año con el juicio a Klaus Barbie y que culminará a mediados de los noventa con el juicio a Maurice Papon. Así, tenemos que ir al peritexto original del apéndice a Se questo è un uomo de 1976 para ver el comportamiento traductor de Martine Schruoffeneger y comprobar los mecanismos de defensa que establece en el texto que traduce cambiando o atenuando con palabras una verdad que la sociedad francesa no quiere asumir. En efecto, en el apéndice homólogo de Si c’est…, la traductora atenúa y neutraliza el mensaje en el que se califica a los os militares franceses como «massacratori» (Levi 1989a: 348)[13] en la guerra de independencia de Argelia convirtiéndolo en un «qui tuèrent» (Levi 1987: 212)[14], es decir, «que mataron».

Si en J’étais… se omiten páginas por la idea de la función que va a tener el texto traducido en la sociedad receptora, en Si c’est… se explicita por la política de Memoria vigente, produciendo una neutralización del mensaje, cuál sería sino la causa de que se introduzca el término «trabajadores» en «le Lager des travailleurs volontaires français» (Levi 1987: 77-78)[15] si no aparece en el original italiano ni por supuesto en las demás traducciones, incluida la primera francesa. Esta explicitación solo puede deberse a motivos de política de Memoria, ya que atenúa y dirige la lectura para que no se piense que todos los franceses iban voluntariamente a la Alemania nazi. Paul Steinberg, el personaje de Henri de Se questo è un uomo, en su testimonio de supervivencia Chroniques d’ailleurs (2000) habla de ellos en varias ocasiones y señala que había dos tipos de trabajadores, los voluntarios y los del «STO» («Service du Travail Obligatoire»): «Les ouvriers et contremaîtres allemands et polonais, les travailleurs volontaires, les prisonniers de guerre, les STO» (Steinberg 2000: 71).

La traductora de Si c’est… también realiza ampliaciones que se podrían calificar por lo menos como políticamente incorrectas. Para el siguiente ejemplo, se hace necesario tratar el contexto narrativo: estamos en un momento en el que el narrador evoca el estupor que le provoca la llegada al campo, y evidentemente, no van a tener sentimientos positivos ante los representantes nazis que tienen enfrente, pero el problema es que recurre al estereotipo lingüístico con que popularmente son conocidos los alemanes: «ladran cuando hablan». Así, «il buio echeggiò di ordini stranieri» se convierte por medio de una explicitación en «d’ordres hurlés dans une langue étrangère» y «barbarici latrati dei tedeschi quando comandano» (Levi 1989a: 16)[16] se convierte en Si c’est… «ces aboiements barbares naturels aux Allemands quand ils commandent» (Levi 1987:18)[17], es decir, en una ampliación innecesaria.

La demostración textual de que la traductora de J’étais… está pensando en un receptor al que le interesa el testimonio de un superviviente reside en el hecho de eliminar las referencias cultas o «adaptarlas» a un lenguaje más coloquial como hace con «Guai a voi, anime prave» y en «Caronte» (Levi 1989a: 16)[18]. En un primer momento podríamos considerar que la traductora es poco experta por no percatarse de que está delante de una cita de la Divina Comedia, pero, desde luego, pensamos que no es esa la razón, porque se encuentra ante el dilema sobre el procedimiento que debe seguir en esta mediación, es decir, textualmente no quiere intervenir paratextualmente ni con su voz ni haciéndose visible en la narración introduciendo notas a pie de página con sus propias «Notas de la Traductora» (N.d.T.). Decide, pues, realizar una adaptación, facilitar la tarea de lectura, y no aparecer como mediadora. El verso es enunciado como si estuviera en estilo directo por parte del narrador, resulta impactante y con los mismos efectos que tendría para un lector culto la cita traducida del italiano, «Faites donc attention, chiens». Así pues, no se trata de un descuido ni de falta de atención por parte de la traductora, porque además después soluciona muy bien la traducción de «Caronte» por «Convoyeur» (Levi 1987: 20)[19]. Otro ejemplo de que J’étais un homme… tiene la idea de eliminar las referencias cultas como estrategia de traducción es el hecho de no traducir «una perpetua Babele» (Levi 1989a: 33)[20]. Es sorprendente porque son referencias culturales de todo Occidente, y no específicamente italianas, por eso no sería descabellado pensar que ni tan siquiera fuera una decisión de traducción que tomase la propia traductora, resultaría más que interesante averiguar si no fue el propio editor quien hubiese promovido esta manera de traducir.

Cualquier traductor desea que un texto traducido suyo tenga el máximo tiempo de vigencia, aunque sepa que cada época y cada sociedad puede hacer una revisión. Consideramos que uno de los peritextos más difíciles de traducir de Se questo è un uomo es el título del capítulo situado en la parte central del libro –«I sommersi e i salvati» (Levi 1989a: 79)[21]– y prueba de ello son las diferentes transformaciones por las que tuvo que pasar en casi todas las lenguas hasta llegar a una solución más o menos definitiva. Esta dificultad no viene dada por razones de índole lingüística sino por las posibilidades hermenéuticas del entramado narrativo. Este título es una encrucijada en la que se pueden usar muchos argumentos para apoyar o para desechar una decisión de traducción. En Si c’est… se escoge un título con resonancias bíblicas «Les élus et les damnés» (Levi 1987: 79)[22], un tiempo después, cuando de título de capítulo se convierte en título de un libro nuevo de Primo Levi se traduce como Les naufragés et les rescapés (Levi 1989b)[23], sin embargo, en otros epitextos, encontramos la referencia a «i sommersi» como «les engloutis». Las consecuencias en el ámbito francés, de una primera decisión de traducción que no se mantiene en el tiempo son las sucesivas glosas y explicaciones que es necesario ofrecer para dar cuenta de la confusión que se crea. Así, en una guía de lectura de Si c’est un homme destinada a un público escolar los autores se ven obligados a hacer esta aclaración: «Les noyés et les sauvés», si l’on traduit exactement les mots italiens. C’était le titre prévu au départ pour Si c’est un homme. (Arias y Nouhaud 2002: 10)

Estas matizaciones sobre las paratraducciones de los peritextos del título del susodicho capítulo tienen un lado positivo, dan lugar a que se tenga que explicar la genealogía de la obra, que ésta muestre su alteridad y que se tenga que discutir sobre la traducción propiamente dicha. En definitiva, se cumplen «las utilidades prácticas, reales y eficaces de la noción de paratraducción en los tres niveles de su aplicación metodológica: el nivel empírico o paratraductivo, el nivel sociológico o protraductivo y, finalmente, el nivel discursivo o metatraductivo» (Yuste Frías 2022: 32). En otra producción paratextual, en este caso, el epitexto de la guía de lectura de la prestigiosa colección «Profil d’une oeuvre», se da esta explicación en el resumen correspondiente a este capítulo:

Centre du livre, le chapitre 9 nous montre une humanité divisée en deux catégories, selon une loi valable dans tout groupe humain, mais particulièrement visible dans l’univers du Lager: les «élus» (ou les rescapés) et les «damnés» (ou les naufragés). Le narrateur décrit d’abord ceux qui ont été totalement engloutis, et qu’on appelait dans le jargon des camps les «musulmans» […] Puis il trace le portrait de quatre privilégiés qui […].

Carasso 2001: 21

Podemos comprobar cómo en un pequeño párrafo están recogidas todas las denominaciones posibles de «I sommersi e i salvati», porque la traducción considerada válida francesa no acertó con la «correcta» lectura e interpretación desde un primer momento. La solución que daba J’étais un homme en 1961, «Les vainqueurs et les vaincus» (Levi 1961: 94)[24] ya no sale a relucir en estas guías, bien porque no se conoce el dato o bien porque se rechaza por inapropiada. Consideramos que entre ofrecer una lectura marcadamente religiosa o teológica como Si c’est… y otra que se presenta en términos de relaciones de poder como en J’étais… habría que escoger la segunda, porque esas son las relaciones que existen en el campo de exterminio entre los prisioneros que se salvan, porque o bien ganan el favor de los poderosos o bien pasan por encima de los más débiles, y no como da a entender la primera: existe un Dios que elige y condena, o que unos tienen más méritos que otros para salvarse. La discusión en términos de ética y moral de cualquiera de estas dos opciones serían múltiples e incluso podrían llegar a ser aporéticas. En todo caso habría mucho que discutir acerca de la propiedad de estas dos soluciones, pero lo que no es admisible es que se condene una por muy mala y se valore positivamente la otra a pesar de tener que ofrecer muchas explicaciones sobre los sucesivos y tendenciosos cambios en las paratraducciones del título.

5. Conclusiones

Es la propia sociedad francesa la que califica de «fautive» la traducción de Michèle Causse y eleva al rango de canónica la de Martine Schruoffeneger a través de unos agentes paratraductores que actúan en los paratextos decidiendo el qué, el cómo y el cuándo se traduce y cuyo nombre no aparece en ninguna parte, a no ser que el texto traducido se convierta en un éxito editorial. Nadie que haya ejercido la profesión de traductor ha realizado omisiones y supresiones por propia decisión y la razón es puramente económica: cuanto más se traduce, más se cobra. Por lo tanto, descalificar un texto traducido y a una traductora por la orientación que establece el mercado editorial es no tener en cuenta que el verdadero decididor es el editor: el paratraductor que decide qué narrativas de la Memoria del Holocausto son soportables o no para la sociedad receptora del testimonio.

Dudamos que seamos los primeros en extraer estas conclusiones, pero no hemos encontrado comentario alguno a este respecto en ningún lugar de la ingente bibliografía en francés que existe sobre nuestro autor. Cuando hablamos de sociedad, nos estamos refiriendo al grupo intelectual que actúa en su nombre, y, para concretar, a los traductores y editores. Como ya se ha comentado cuando se ha tratado la cuestión de los dos peritextos en francés, el editor, Jean-Claude Zylberstein, sale en la anteportada de la reedición de 1996 acusando de la tardía recepción de Primo Levi en Francia a la traducción de Michèle Causse (Garrido Vilariño 2014: 59). Son excusas de agentes paratraductores que deberían merecer poco crédito.