Abstracts
Resumen
Esta lectura examina la definición de marxismo propuesta por Alain Badiou. El objetivo es estudiar el lugar de esta teoría en su sistema filosófico, y la manera en que la diferencia del comunismo. Al definir el marxismo como un pensamiento, Alain Badiou nos ofrece una delimitación conceptual en donde la interdisciplinariedad resulta central.
Palabras clave:
- filosofia,
- marxismo
Résumé
Cette lecture met en discussion la définition du marxisme proposée par Alain Badiou. L’objectif est d’étudier la place de cette théorie dans son système philosophique, et la manière dont il l’a différenciée du communisme. En définissant le marxisme comme une pensée, Alain Badiou nous offre une délimitation conceptuelle dont l’interdisciplinarité est centrale.
Mots-clés :
- Philosophie,
- marxisme
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Alain Badiou sigue siendo uno de los filósofos contemporáneos en los que conviven exitosamente la actividad filosófica y la militancia política. Su originalidad reside en la sistematización de sus ideas en una doctrina denominada «teoría del acontecimiento», que se elabora desde El ser y el acontecimiento (Badiou 1988), luego continúa en la Teoría del sujeto (Badiou 1982) y aún está presente en Lógicas de los mundos (Badiou 2006). De convicciones maoístas, Badiou se identifica con el comunismo a la vez que precisa su contenido, primero en cuanto idea (La hipótesis comunista), y después como política. Con respecto al marxismo, hay en él un uso particular de esta teoría a tal punto que a veces se lo califica de comunista que no es marxista (Toni Negri). Él mismo escribe, en Compendio de metapolítica (Badiou 1998), que «el marxismo no existe». ¿Cuál es entonces su relación con el marxismo? ¿Cuál es el lugar que ocupa en su sistema de pensamiento? Estas son las preguntas que atraviesan Qu'est ce que j'entends par marxisme (Badiou 2016) [¿Qué entiendo por marxismo?], una conferencia que tuvo lugar el 18 de abril de 2016 en el seminario «Lectures de Marx» [Lecturas de Marx], en la Escuela Normal Superior de la calle Ulm, y que viene de ser publicada por Les éditions sociales en la colección «Les propédeutiques» [Las propedéuticas].
A través de estas páginas, Alain Badiou intenta exponer el contenido del marxismo con el fin de comprender el vínculo que puede haber con su propio pensamiento. Delimita el concepto de marxismo a la vez que evita el riesgo de reducirlo a un único aspecto. En una primera instancia, lo opone a su doctrina filosófica para intentar ubicarlo en uno de los cinco niveles del pensamiento y de la creación: la política, la ciencia, el arte, el amor y la filosofía. Esto lo lleva a constatar que, de cara a estos «procedimientos de verdad», hay dificultades que se hacen evidentes, porque — según sus palabras — «el marxismo no se aloja en etiquetas preestablecidas» (Badiou 2016, 6), dado que es «la invención constantemente renovada de una práctica política» (Badiou 2016, 6). Por lo tanto, no es ni una filosofía, ni una ciencia, ni una teoría política. Más adelante, afirma que más bien se trata de un «pensamiento», con el concepto de clase que funciona como vínculo entre sus tres elementos constitutivos. Tal definición le exige a Badiou un «nuevo punto de partida», que él encuentra en Las tres fuentes y las tres partes integrantes del marxismo (Lenine 1913), obra de Lenin. Esto se explica por una definición de la verdad que no tiene que ver con la veracidad de un juicio, sino con el «valor potencialmente universal de una creación surgida de la práctica humana».
El autor reconsidera la tesis clásica de Louis Althusser según la que el marxismo sería una ciencia y una filosofía. La primera identificación se apoya en El capital (Karl Marx 1867), con el fin de hablar de una «ciencia revolucionaria de la economía». El autor estima que tal afirmación es falsa, ya que — precisa — el subtítulo de El capital («Crítica de la economía política») se refiere más a una crítica que a una nueva ciencia de la economía. Agrega que «el sistema general de ideas verdaderas no puede deducirse, de manera transitiva, de la economía o incluso de una crítica de la economía» (Badiou 2016, 16). Althusser se refiere al materialismo histórico mucho más como a una nueva ciencia creada por Karl Marx, y así el marxismo deviene aquí una ciencia de la historia, pero sin sujeto. El autor denuncia la ausencia de la política en esta tesis. Afirma que «No se puede hablar del marxismo en ausencia total de esta referencia a la práctica política revolucionaria, o a la política comunista» (Badiou 2016, 19), afirma, con el fin de señalar la importancia de la cuestión política. Teniendo en cuenta estas objeciones precedentes, el marxismo no puede ser ni una ciencia económica ni una ciencia histórica.
¿Es entonces una filosofía? La respuesta del autor es negativa. Ve en Karl Marx a un antifilósofo, exactamente como Freud. En Tesis sobre Feuerbach, Marx subraya la dimensión práctica de la filosofía, que debería «comprometerse con un método efectivo de transformación del mundo»: «Los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo». En una dinámica de este tipo, la filosofía no puede más que estar al servicio de la política comunista, construyendo su dimensión intelectual. Así, la filosofía sólo se vuelve pertinente a nivel político. De este modo, el autor rechaza la idea según la cual el materialismo dialéctico es la filosofía del marxismo, lo que llevaría a considerar que el marxismo es una filosofía. Este materialismo dialéctico, una inversión de la dialéctica hegeliana, sería la esencia filosófica del marxismo. Al ubicar a la política en el centro de este dispositivo, la filosofía se desvía de sus referencias formales, clásicas (antifilosofía), para inclinarse hacia el marxismo, que es esencialmente revolucionario.
En cuanto a la política, el autor señala la ambigüedad de la expresión «política marxista». Considera que «política comunista» y «política socialista» son expresiones más corrientes y aceptadas para designar las prácticas gubernamentales de dirigentes que se identifican con el marxismo. Según Badiou, es raro utilizar el concepto de «Estado marxista», sino que suele preferirse el de «Estado socialista». Ya en Marx — escribe el autor —, se plantea como primordial la abolición del Estado, de la política y de sus clases. Una política marxista debería generar su propia desaparición, lo cual sería subversivo como práctica política. El otro elemento molesto en la expresión «política marxista» es que, en Marx, la política se identifica con el Estado: la conquista y el ejercicio del poder. Una «política marxista» deviene un imposible en la medida en que — nos dice el autor — el comunismo es una organización no estatal de la sociedad. Esto crea una contradicción entre marxismo y comunismo. El autor entrevé, de todos modos, una posibilidad de hablar de una «política marxista» si se redefine la política por fuera del Estado y a partir de la organización o de la reunión.
Al considerar las dificultades de identificar al marxismo con uno de los dispositivos de verdad (ciencia, filosofía y política), el autor parte de otro sistema filosófico al tiempo que comprende los límites del suyo. El marxismo no tiene carácter de verdad y no puede dar nacimiento a acontecimientos históricos. Por lo tanto, el marxismo está ausente de la «teoría del acontecimiento», paradigma a partir del cual el autor piensa el Ser. Sin embargo, lo define, a pesar de todo, con la ayuda de Lenin, principalmente a partir de Las tres fuentes y las tres partes integrantes del marxismo. ¿Cómo comprender este giro teórico? ¿Cómo es que el marxismo no tiene su lugar en el marco conceptual de un filósofo comunista? ¿Qué puede ser el marxismo por fuera de las categorías badiousianas?
El autor extrae su definición del marxismo leninista, del que se desprenden tres grandes vías: el idealismo dialéctico alemán, la economía política inglesa y el socialismo francés. De estos proviene la esencia del marxismo, a saber, la unidad de la filosofía, de la ciencia y de la política. Con Lenin el marxismo no es ni una ciencia, ni una filosofía, ni una política, sino que abarca a las tres juntas, lo cual difiere de la tesis según la cual el marxismo sería una filosofía (materialismo dialéctico) y una ciencia (materialismo histórico). El autor considera que es más pertinente la definición de Lenin, para quien el marxismo apunta a una cierta forma de interdisciplinariedad.
Sin embargo, Alain Badiou detecta un problema: la cuestión de la unidad de las tres partes constitutivas. Se pregunta: «¿Cuál es el tipo de unidad de las tres partes que justifica que se utilice un nombre único, a saber, el nombre de Marx?» (Badiou 2016, 40), pregunta. El concepto de clase es el vínculo fundamental; se supone que «atraviesa, une, conecta estas tres partes sin conformarse con una de las tres partes constitutivas» (Badiou 2016, 41). Como agente unificador del marxismo, este término — agrega el autor — se refiere a «la potencia de la categoría de clase como categoría a la vez transversal (arroja luz tanto sobre filosofía como sobre la ciencia y la política) y central (constituye la unidad de estos tres términos)» (Badiou 2016, 41).
Para continuar, el autor agrega que la clase debe jugar el rol filosófico de transformación del mundo recurriendo a las herramientas científicas. Estas últimas deben posibilitar el discernimiento de los intereses, diferenciarlos en función de los grupos en pugna. La política tiene como objeto la organización práctica del discernimiento, que pasa por la educación. De allí la importancia de un partido político en este trabajo de concientización. Así, el marxismo — nos dice Badiou — es «una práctica al mismo tiempo que un pensamiento que genera esta práctica. Esto significa que es la denominación intelectual para una práctica política, cuyo núcleo real es el trabajo exitoso de una reunión». Con el concepto de clase, el marxismo deviene política, sin que sea una política. El autor no duda en hacer de la relación entre clase y política el centro de gravedad del marxismo.
Al no ser una ciencia, ni una filosofía, ni una política, sino su unidad, el marxismo es, a sus ojos, un «pensamiento». De allí surge su definición general:
Podríamos llamar «marxismo» a un pensamiento que establece de manera compleja, englobando todos los niveles de análisis y de comprensión, la posibilidad de una práctica política sin duda adosada a la categoría de clase, como categoría circulante, como categoría que anima el dispositivo en su conjunto, pero únicamente con el objetivo de inventar una nueva práctica cuyo núcleo sea el de superar, tanto como se pueda, las divisiones que aparecen siempre en el discernimiento de la situación y, a partir de allí, de tejer, en función de una orientación hacia lo irreversible, las consecuencias unificadas del discernimiento.
(Badiou 2016, 81)
La definición de Badiou respeta el espíritu del marxismo, que atraviesa múltiples disciplinas. La palabra misma, incluso sus elementos constitutivos, no es unívoca, sobre todo, por la pluralidad de sus fuentes (Inglaterra, Francia y Alemania). Designa un pensamiento en donde se entremezclan la ciencia, la filosofía, la política, la antropología e incluso las artes. Alain Badiou encuentra la palabra más pertinente para designar este sistema de pensamiento. Esto es lo que al autor le ha costado verdaderos saltos conceptuales para descifrar un pensamiento que era, y que continúa siendo, «el horizonte insuperable de nuestro tiempo» (Sartre). Este pequeño libro moviliza a Lenin contra Althusser y expresa un doble interés: examina las grandes categorías del sistema filosófico badiousiano, y abre una nueva perspectiva de definiciones en donde la política funda la filosofía, abrevando en la ciencia.
Appendices
Bibliographie
- Badiou, Alain. 1982. Théorie du sujet. Ordre philosophique. Paris: Éditions du Seuil.
- Badiou, 1988. L’Être et l’événement. Seuil. Paris.
- Badiou, 1998. Abrégé de métapolitique. Ordre philosophique. Paris: Seuil.
- Badiou, 2006. Logiques des mondes. Ordre philosophique. Paris: Seuil.
- Badiou, 2016. Qu’est-ce que j’entends par marxisme ? Éditions sociales. Les propédeutiques. Paris.
- Karl Marx. 1867. Le Capital. Critique de l’économie politique. Paris: Maurice Lachâtre.
- Lenine. 1913. «Les trois sources et les trois parties constitutives du marxisme». Prosvéchtchénié.