Abstracts
Resumen
En primer lugar, en éste análisis sobre las relaciones políticas entre Sastre y el PCF entre el 1944 y 1948, voy a situar al PCF dentro del paisaje político francés justo después de la Liberación. A continuación, examinaré las principales críticas lanzadas contra Sartre y el existencialismo por parte del Partido y sus simpatizantes. En conclusión, evocaré brevemente la existencia de algunas diferencias entre el PCF y Sartre sobre ciertas cuestiones políticas durante este período.
Abstract
In this analysis of the political relationships between Sartre and the PCF (French Communist Party), I'll try, first, to show what was the place of PCF in the French political context during the months following the "Libération". Then I'll discuss the main critics against Sartre and Existentialism launched by the Parti Comunniste and its followers. As a conclusion, I'll describe several disagreements between the PCF and Sartre on particular political points during that time.
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En primer lugar, en éste análisis sobre las relaciones políticas entre Sastre y el PCF entre el 1944 y 1948, voy a situar al PCF dentro del paisaje político francés justo después de la Liberación. A continuación, examinaré las principales críticas lanzadas contra Sartre y el existencialismo por parte del Partido y sus simpatizantes. En conclusión, evocaré brevemente la existencia de algunas diferencias entre el PCF y Sartre sobre ciertas cuestiones políticas durante este período.
La importancia del PCF se consolidó durante las elecciones del 21 de octubre de 1945 en las que el Partido obtuvo el 26,2 % de los votos (contra el 14,76% en 1936) lo que se transformó en 160 escaños en la Cámara de diputados. De este modo, sobrepasaba la SFIO (23,4 % de los votos, 142 escaños) sin hablar de los resultados mucho más modestos de los partidos de centro-izquierda, centro-derecha y derecha. El PCF se convirtió en la primera fuerza política y obtuvo cuatro ministerios en el gobierno dirigido por el general De Gaulle.[1] (El PCF permanecerá en el gobierno francés hasta su expulsión del gobierno por parte de Paul Ramadier en mayo de 1947). Durante las elecciones legislativas de junio de 1946, tras el rechazo del proyecto de Constitución sometido a referéndum, e incluso durante las elecciones legislativas de octubre de 1946, el Partido continuaba beneficiándose del apoyo de más de cinco millones de electores, lo que representaba mas del 25 % de los votos.
Este éxito inaudito que ha conocido el PCF es el resultado de varios factores todos ellos ligados a la guerra. En primer lugar, el compromiso incondicionado del Partido en la resistencia armada a partir del verano de 1941, había hecho olvidar a muchos la ambigüedad de su conducta entre la firma del pacto de no agresión entre la URSS y Alemania en agosto de 1939 y la ofensiva lanzada por esta última contra la URSS en junio de 1941. Así, su éxito electoral fue en parte un reconocimiento de los sacrificios del “partido de los 75.000 fusilados’[2]. Paradójicamente, la imagen del PCF como “el partido de la resistencia’ había sido reforzada por Vichy y las autoridades alemanas, las cuales tenían tendencia, por razones políticas, a atribuir todo acto de resistencia a los “comunistas’.
Además, el PCF, gracias a su adhesión al Komintern, se ha beneficiado de la admiración que sentían muchos franceses por la contribución de los partidos comunistas en Italia, Yugoslavia y Grecia a la derrota del nazismo y, sobretodo, por el papel jugado por la URSS y la Armada roja[3]. Edgar Morin, por ejemplo, escribió más tarde a propósito del impacto de la batalla de Stalingrado:
Stalingrado, para mí y quizás para miles como yo, aniquilaba cualquier crítica, duda, reticencia. Stalingrado cuando no lavaba los crímenes del pasado, los justificaba. La crueldad, los juicios, las liquidaciones alcanzaban su fin en Stalingrado.[4]
Tras el deseo de Stalin de prolongar, al menos en el presente, la alianza forjada durante la guerra con Estados Unidos y Gran Bretaña, el PCF no ha intentado transformar la lucha de liberación nacional en lucha revolucionaria sino que al contrario, ha intentado extender su influencia a las instituciones sociales, políticas y económicas del país.
Todo tenía que ser acometido e intentado para que el partido se convirtiese en un gran partido, un gran partido de gobierno capaz de controlar estrechamente el poder e incluso de controlarlo legalmente si las circunstancias interiores y sobretodo, exteriores se prestasen a ello.[5]
Para conseguirlo, el Partido buscaba reforzar su autoridad en sus propios miembros, sobretodo en los que se habían sumado al partido durante la guerra y que, según el partido, necesitaban ser iniciados a las tradiciones del centralismo democrático del Partido y al marxismo. En este sentido, el PCF se presentaba como el representante del interés nacional y de este modo, demandaba una “depuración dura’ contra los colaboradores, al mismo tiempo que buscaba obtener el mayor apoyo político posible.
El PCF intentaba ganarse el apoyo de los intelectuales al mismo tiempo que contaba con el impresionante sostén de la clase obrera. Se inspiraba en una teoría que pretendía explicar la dinámica del “viejo mundo’, que suponía a punto de desmoronarse, y también proporcionar las bases del nuevo mundo que estaba a punto de nacer. El PCF parecía ofrecer a los intelectuales la posibilidad de un vínculo con la clase obrera –la clase del futuro- asegurándoles, al mismo tiempo, que podían ser útiles – aunque en la práctica el Partido hacía todo lo posible para impedir cualquier aproximación entre obreros e intelectuales.
Durante la guerra, el PCF había tratado a Sartre con la máxima desconfianza e incluso hacía circular el rumor de que los alemanes lo habían liberado del stalag con el fin de que les proporcionase información sobre la resistencia[6]. Sin embargo, durante el invierno del 1942-1943, Claude Morgan, director comunista de Les Lettres françaises había pedido a Sartre su contribución al periódico y su adhesión al Comité nacional de escritores (CNE) respaldado por los comunistas. A pesar de las reticencias de algunos dirigentes comunistas, Sartre ha asistido a numerosas reuniones del CNE donde su participación fue muy apreciada por Morgan y otras personas[7], y ha colaborado en cuatro artículos para Les Lettres françaises[8]. Según Simone de Beauvoir, tras la liberación, Sartre quería seguir trabajando con el Partido pero manteniendo su independencia. “En el plano político, pensaba que los simpatizantes tenían que representar fuera del PC el papel que dentro de los otros partidos asume la oposición: respaldar criticando’[9] O, como más tarde escribió el mismo Sartre, “procedentes de las clases medias, intentamos crear un vínculo entre la pequeña burguesía intelectual y los intelectuales comunistas.’[10]
Sartre no buscaba convertirse en un miembro del Partido por dos razones esenciales que fueron íntimamente ligadas. En primer lugar, Sartre durante la Liberación era un socialista anti jerárquico y libertario, lo que entra en flagrante contradicción con el espíritu y la práctica del PCF el cual, según un histórico del Partido, pensaba
aplicar en todo su rigor la ley estalinista fundamental: el Partido tiene que volver a ser y permanecer, pase lo que pase, articulado y estructurado en torno a un aparato de profesionales que constituyen su corazón, él mismo monolíticamente unificado a través del secretario general, único a retener el poder supremo.[11]
Más tarde, Sartre rechazaba la concepción del marxismo que defendía entonces el Partido.
(él) pretendía salvar la dimensión humana del hombre. Esperaba que los comunistas diesen una existencia a los valores del humanismo; gracias a las herramientas que les tomaría, trataría de arrancar el humanismo a los burgueses.[12]
En este contexto es donde hay que volver a situar la observación hecha por Sartre en noviembre de 1972, “bien sabía que mis objetivos no eran los del PC, pero pensaba que podríamos hacer un pedazo de camino juntos."[13]
No hace falta decir que el PCF veía las cosas de otro modo. Considerado desde su prisma marxista, los intelectuales (incluso los que eran miembros del Parido) tendían a ser, a causa de sus orígenes pequeño-burgueses, oportunistas y al mismo tiempo individualistas poco fiables. Su rol no era en absoluto formular la política del Partido; no tenían más que aplicarla y popularizarla. Tenían que participar plenamente en sus organizaciones profesionales o sindicales y contribuir a las publicaciones del Partido, las cuales tenían que ser aprobadas por “permanentes’ que, en muchos casos, no conocían nada del contenido.[14] Para el Partido, los intelectuales, -incluso los intelectuales comunistas- eran un peligro contra el que el Partido tenía que estar siempre alerta. Como decía Laurent Casanova, dirigente comunista especialmente responsable de los intelectuales, ellos tienden “a instalarse en el Partido como un cuerpo distinto con prerrogativas particulares.’[15] Dada esta aptitud extremadamente desconfiada que el Partido manifestaba hacia los intelectuales – incluso “los suyos’- las aspiraciones de Sartre – defender un pensamiento que pretende “corregir’ y “humanizar’ el marxismo “científico’ del Partido y colaborar con el PCF manteniendo siempre su independencia- reflejaban una cierta inocencia. Desde la Liberación, Sartre y su concepción del existencialismo sufrían ya ataques en la prensa del Partido.[16] Estas críticas se intensificaron tras “la ofensiva existencialista’ en octubre de 1945 y aún más al comienzo de la guerra fría, y continuaron hasta su acercamiento al PCF a principios de los años 50.
La mayor parte de los ataques comunistas contra Sartre fueron ataques políticos que pretendían socavar la popularidad de las ideas que consideraban una amenaza para el Partido. Como ha señalado ya en 1947 Victor Leduc, el director comunista del periódico Action a propósito del existencialismo:
No nos encargamos de saber si, como lo creen las mentes despiertas, esta doctrina es o no una nueva variedad del idealismo filosófico. Lo que interesa a nuestro asunto son las posibles interferencias del existencialismo con el marxismo, la repercusión política de las ideas.[17]
Por su parte, Sartre ha formulado en tres ocasiones una defensa del existencialismo.[18]
Una de las críticas a las que Sartre respondía era la que pretendía establecer un lazo estrecho entre el existencialismo de Sartre y el nazismo a través de la asociación del existencialismo con el filósofo alemán Martin Heidegger. Ya en « À propos de l’existentialisme: Mise au point », publicado en Action en diciembre, Sartre, rechazando la adesión de Heidegger al hitlerismo, pensaba que esto podría explicarse “por el miedo, el arribismo quizás, seguramente por el conformismo’ pero insistía en que “Heidegger era filósofo mucho antes de ser nazi.’[19] Además, señalaba que
Si descubrimos nuestro propio pensamiento gracias al de otro filósofo, si preguntamos a este último técnicas y métodos susceptibles de hacernos acceder a problemas nuevos, ¿quiere esto decir que abrazamos todas sus teorías?, Marx ha tomado de Hegel su dialéctica. ¿Dirían que El Capital es una obra prusiana?[20]
Evidentemente, Sartre no ha conseguido convencer a sus críticos sobre este punto. En una respuesta al artículo de Sartre, Henri Lefebvre insistía en un tono irrisorio:
No reprochemos al Sr. Sartre el haber sido discípulo del nazi Heidegger,[21] ni a Georges Mounin de acusar a Sartre por haber reducido el compromiso nazi de Heidegger a <una falta de carácter>.[22]
Otros comentarios comunistas eran aún más explícitos. En un artículo publicado en Action en agosto de 1948, poco antes de su salida para el Congreso mundial de intelectuales en Wroclaw (Polonia), Dominique Desanti hacía referencia a Heidegger como “[el] padre del existencialismo’ y comparaba Temps modernes con la Nouvelle Revue française bajo la dirección de Drieu la Rochelle durante la Ocupación. En conclusión, quería señalar el carácter reaccionario y retrógrado de Temps modernes y afirmaba,
La revolución antiestalinista con la que sueñan como si fuese la edad de oro, no está en el futuro sino en el pasado. Ha tenido trece años de existencia. Se llamaba nacionalsocialimso.[23]
Este pretendido lazo entre el existencialismo y el nazismo estuvo ligado a la estrategia del PCF de presentarse como el auténtico representante del interés nacional francés. Afirmar un lazo entre el existencialismo y el nazismo servía, a su vez, para desprestigiar el existencialismo y, al mismo tempo, para señalar la imagen patriótica del PCF que el Partido quería promover. Aunque la teoría marxista había sido formulada por un alemán y aplicada (según el PCF) en la URSS, el marxismo tenía una aplicación universal; los orígenes del existencialismo, tal como el PCF los había presentado, eran no solamente “extranjeros’, sino incluso alemanes (Husserl) y fascistas (Heidegger).
Los comunistas consideraban que el existencialismo no era más que la última manifestación del idealismo, la antítesis misma del materialismo dialéctico e histórico marxista. Por ejemplo, Henri Lefebvre, en un artículo publicado un mes después de la conferencia en el Club Maintenant, afirmaba que “el existencialismo se inscribe en la línea de la metafísica’[24] y acusaba a Sartre de haber planteado el problema humano “como cuestión individual, abstracta y teórica.’[25]
Lefebvre continuaba desarrollando el aspecto individualista del existencialismo de Sartre.
Se admite implícitamente la eterna querella entre la esencia y la existencia, y se saca partido de ello en el sentido de un búsqueda individual, de una aventura y de una realización del posible individual.[26]
En El existencialismo es un humanismo,, Sartre había insistido, « nuestro punto de partida es en efecto la subjetividad del individuo, y esto por razones estrictamente filosóficas.’ Pero, continúa, con una punta de lanza contra el marxismo tal como lo defendían los comunistas,
no porque somos burgueses, sino porque queremos una doctrina basada en la verdad, y no un conjunto de teorías bonitas, llenas de esperanza pero sin fundamento real.[27]
Otra dimensión del "individualismo abstracto » que atacaba el PCF, era la concepción de libertad de Sartre, una de las claves del esqueleto de su filosofía, la cual era, según el Partido, totalmente abstracta, presentada sin referencia en el contexto político, social, económico o histórico. Era, por tanto, una noción vacía y sin valor. Para Pol Gaillard, por ejemplo, “todo el existencialismo derivaba, se deducía de una cierta concepción metafísico mística de la Libertad con una grandísima L."[28]. Por su parte, Sartre rechazaba esta interpretación abstracta e individualista de la libertad que intentaban atribuirle. Insistía en el hecho de que la libertad era el fundamento de todos los valores, precisando “esta libertad se pretende en lo concreto. Nosotros queremos la libertad para la libertad y a través de cada circunstancia particular."[29]
Roger Garaudy, citando las célebres primeras líneas de un artículo de Sartre publicado en septiembre de 1944, “nunca hemos sido tan libres como bajo la ocupación alemana’[30], en diciembre de 1945 reprochaba al autor la defensa de una noción negativa de la libertad. Para Sartre, escribe, “Ser libre, es negarse. Es el punto de vista de los que pertenecen al pasado: la libertad es una negación.’[31] Desde el punto de vista de los comunistas, en una sociedad de clases basada en la explotación, el proletariado no puede ser libre ni siquiera comprometiéndose con la lucha por su libertad y la libertad de toda la humanidad. Insistir sobre el hecho de que todo individuo era ya libre ponía en peligro la lucha emancipadora misma.
Según Jean Kanapa, antiguo miembro del grupo de resistencia “Socialismo y Libertad’ fundado por Sartre y otros en 1941[32], el cual se convierte después en un comunista puro y duro,
La libertad de Sartre no es más que la libertad de Sartre. La abstracción, una vez más, es solamente la transposición metafísica de un privilegio exclusivo de la burguesía y, al mismo tiempo, un aparato destinado a desarmar a la clase creciente en la lucha: ’¿Por qué reivindicáis la libertad?, dice el existencialista al proletario. ¡Ya la tenéis![33]
En su libro sobre el existencialismo, Henri Lefebvre critica también la concepción de libertad defendida por Sartre, pues, según él, Sartre no daba ninguna indicación sobre nuestros criterios de elección.
El existencialismo se presenta como una teoría de la libertad, por lo tanto de la elección. El drama de la existencia sería pues el de la elección. La libertad ’existiría’ como necesidad de elegir, necesidad incesante y perpetua. Pero, ¿qué representaría un hombre que eligiese todas las mañanas entre fascismo y antifascismo? Quizás este caso resultase demasiado pintoresco e interesante, pero en qué sería superior este hombre a aquel que hubiese elegido de una vez por todas la lucha contra el fascismo, o al que no hubiese ni siquiera tenido la posibilidad de elegir. -¿No es este un ejemplo típico de falso problema, de problema especulativo y metafísico?[34]
Sin embargo, en El existencialismo es un humanismo, Sartre había insistido ya en el aspecto moral de la elección.
Elegir ser esto o aquello es, al mismo tiempo, afirmar el valor de lo que elegimos…lo que elegimos, está siempre bien, y nada puede ser bueno para nosotros sin serlo para todos… Así, soy responsable de mí mismo y de todos, y construyo una cierta imagen del hombre que elijo; eligiéndome, elijo al hombre.[35]
Sartre se enfrentaba a la acusación de su concepción del individuo y de la libertad individual que le conducían obligatoriamente a defender el quietismo, es decir: los otros pueden hacer lo que yo no puedo. Para Garaudy, Sartre, habiendo rechazado “la ciencia’ (es decir, el marxismo), “ya no puede volver a la acción. No puede ni proporcionar, ni siquiera aceptar un método eficaz de transformación de la realidad.’[36] Sartre rechazaba con vehemencia la acusación de que su pensamiento conducía a un quietismo; en efecto, el corazón del existencialismo –“la existencia precede a la esencia’- quería decir todo lo contrario.
El hombre no es nada más que su proyecto, no existe más que en la medida en que se realiza, por lo que no es nada más que el conjunto de su actos, nada más que su vida.[37]
En “À propos de l’existentialisme: Mise au point’, Sartre insiste también sobre el hecho de que su concepción del individuo “no se aleja mucho de la concepción del hombre que se encuentra en Marx. En efecto, Marx no aceptaría este lema nuestro en cuanto a la concepción del hombre: hacer y haciendo, hacerse y no ser nada más que lo que se ha hecho".[38] Al mismo tiempo, es evidente que Sartre no excluía una acción colectiva, como sus detractores comunistas lo sugirieron. En El Existencialismo es un humanismo leemos:
En vuestra acción, la cual será evidentemente limitada por vuestra muerte, podéis contar con el apoyo de los otros. Eso significa contar, al mismo tiempo, con lo que los otros harán en otros lugares, en China, Rusia, para ayudaros, y, a la vez, con lo que harán mas tarde, después de vuestra muerte, para retomar la acción y llevarla a su realización que será la revolución.[39]
Aunque Sartre escribió “La lucha de clases es un hecho, la apoyo completamente"[40], se niega a aceptar las “verdades históricas" que defendía el PCF como la inevitable derrota del sistema capitalista, la inevitable victoria del proletariado y la emancipación de la humanidad. Para él, los seres humanos eran libres, por lo que no podía aceptar que los beneficios del progreso revolucionario fuesen permanentes (“yo no sé en qué se convertirá la revolución rusa’[41]); tampoco podía
estar seguro de que los camaradas de lucha retomen mi trabajo tras mi muerte para llevarlo a un máximo de perfección…mañana tras mi muerte, unos hombres podrían decidir establecer el fascismo, y los otros, ser lo bastante cobardes y desamparados para dejarlos hacer.[42]
Estas actitudes confirmaban, si los comunistas tenían razón, que Sartre no era más que un intelectual individualista e idealista que defendía una noción abstracta y a-histórica del individuo y de la libertad y que en absoluto aceptaba la verdad del marxismo. En cuanto a la ambición de “completar’ el marxismo por el lado de la subjetividad, “el existencialismo’, según Garaudy, “no completa el marxismo, sino que lo contradice.’[43] O como decía Henri Mougin en 1946, “Lo nuevo en la querella del existencialismo… es que la lucha contra el enemigo materialismo es más abierta.’[44]
Para muchos de esos detractores comunistas, el existencialismo de Sartre era la última expresión del pensamiento burgués. Según la ortodoxia comunista, el racionalismo había sido la ideología de la burguesía cuando esta era una fuerza progresista en lucha contra el feudalismo; el racionalismo había sido reemplazado por el positivismo como ideología burguesa dominante cuando la burguesía se instaló como clase dominante y conservadora. Frente al ascenso del proletariado, la burguesía se volvía una clase reaccionaria y en declive, y se inclinaba hacia el idealismo. En este escenario, el existencialismo era la expresión más reciente de este idealismo burgués. Era el reflejo de una clase decadente que, en la Francia de la posguerra, a causa de la agravación de las contradicciones internas del sistema capitalista, ya no era capaz de gestionar las fuerzas de producción. Es decir, según los comunistas, la burguesía, sintiendo que su propia estabilidad estaba comprometida, y conscientes de que sus días estaban contados, escapaba a la realidad y encontraba refugio en una filosofía que reflejaba su irremediable declive.
Es en esta óptica donde podemos colocar los ataques del Partido contra los pretendidos aspectos sórdidos y morbosos de los escritos de Sartre, pues si la burguesía era una clase decadente en declive, lo mismo se podía decir de su cultura de la cual Sartre era uno de sus representantes. Por ejemplo, en noviembre de 1945 Lefebvre, al que le gustaba llamar excrementalismo al existencialismo, al mismo tiempo que confesaba no haber leído ni La Edad de la razón de Sartre ni La sangre de los otros de Beauvoir, no sentía reparo al declarar:
es evidente que las obras de Sartre – El Ser y la Nada particularmente: dan una importancia especial a lo que tiene que ver con el dolor, y no a lo referente a la felicidad. Esta tendencia me parece reveladora de una cierta morbosidad, y me parece testimoniar un fenómeno de podredumbre que está en la línea de descomposición de la cultura burguesa.[45]
Por su parte, Garaudy describía el existencialismo de Sartre como "una enfermedad" y añadía que “la tesis de Sartre sobre El Ser y la nada, no sale de ese ámbito de la patología metafísica. La filosofía del hombre sano comienza más allá."[46]
En su respuesta a las acusaciones de que “el existencialismo se complace con la inmundicia y muestra con más gusto la maldad de los hombres y su bajeza que sus buenos sentimientos"[47], Sartre señala: “Heroísmo, grandeza, generosidad, abnegación, estoy de acuerdo con ellos, no hay nada mejor, y en última instancia, son el sentido mismo de la acción humana" y al mismo tiempo insiste: “desconfío de las gentes que proclaman que la literatura los exalta haciendo alarde de grandes sentimientos, quienes desean que el teatro les dé el espectáculo del heroísmo y la pureza."[48]
En un artículo publicado en mayo de 1947, Cécile Angrand, profesora del instituto cercano al PCF, retoma muchos de los temas que hemos identificado. Señala los aspectos escandalosos de las novelas de Sartre:
Sartre disfruta describiendo las noches de Montmartre, las discotecas de Montparnasse, los casinos de la Costa Azul, las costumbres de los invertidos, los episodios eróticos… Las novelas existencialistas que viven del desprecio a la familia, del horror del matrimonio, de las costumbres "libres"…[49]
Cita a Heidegger y a Kierkergaard « esos dos maestros oscurantistas » como « los verdaderos padres del existencialismo » sin olvidarse de señalar “las predicaciones de Heidegger por una sumisión ciega a la fuerza nazi, por una fuerza mágica del Führer de la gran Alemania’; ella presenta el existencialismo, “esa metafísica oscurantista, pretendiendo ser una idea nueva no es nada más que un aspecto disfrazado del idealismo filosófico" etc.[50] Sin embargo, ha aportado una observación original en lo que concierne a los existencialistas. Sin nombrar a Sartre señala:
los existencialistas son, en su mayor parte, profesores agregados de filosofía o de literatura; muchos son antiguos alumnos del École Normale Supérieure, casi todos han sido profesores de enseñanza secundaria.[51]
Sin embargo, según ella, aunque la mayor parte de entre ellos pertenezcan a la burguesía media y liberal, tras la agregación se enfrentan a crueles decepciones pues plantan cara a la contradicción entre la conciencia de su valor individual y el sentimiento de su inferioridad social que venía del hecho de que “la función enseñanza, voluntariamente desvalorizada en Francia, no permitía a los profesores participar de los privilegios de las clases poseedoras.’ Continuaba diciendo que esos
Profesores, a pesar de ellos mismos, impacientes por abandonar un oficio mal pagado, despreciado por sus compañeros los cuales aceptan una situación subalterna, los existencialistas han descubierto el existencialismo para asegurarse un puesto bajo el sol del régimen capitalista.[52]
Si la mayor parte de los comunistas y sus simpatizantes han señalado el aspecto burgués del existencialismo, Roger Vailland, entonces simpatizante del PCF (se convertirá en miembro del Partido a principios de los años 50), insistió en la dimensión pequeño burguesa del existencialismo. En su contribución al libro Pour et contre l’existentialisme, señala que “los existencialistas son…hijos de pequeños bugueses.’[53] Explica que el pequeño burgués pertenece a una clase que ha perdido toda esperanza de acceder al poder después de que la concentración de los capitales y las empresas haya reservado a una minoría privilegiada la potencia real en la sociedad capitalista. Así, la pequeña burguesía es una clase desamparada y ansiosa por su desamparo.
Estos son los términos que los mismos existencialistas utilizan para definir la condición humana. No hacen más que definir su condición de pequeños burgueses.[54]
Una vez identificados los temas señalados por los detractores comunistas contra Sartre y el existencialismo, hay que plantearse la siguiente cuestión. ¿Cómo es que los comunistas reservan a Sartre y al existencialismo una ofensiva tan brutal y prolongada? El mismo Sartre aportará más tarde lo que a mi parecer es la clave de esta actitud.
Es muy simple, en ese momento yo tenía clientela, y ellos querían llevarse mi clientela. Eso es todo.[55]
Más exactamente, el PCF temía, sobretodo, la influencia de Sartre entre los jóvenes. Estaban los que se habían unido al Partido durante la guerra para participar en la Resistencia pero dadas las circunstancias, no habían sido iniciados a la cultura autoritaria del marxismo-leninismo del Partido. El PCF tenía miedo que esos nuevos reclutados, así como otros jóvenes, fuesen tentados por la filosofía de la libertad que preconizaba Sartre. Como dirá Sartre en noviembre de 1972, “uno de los dirigentes [del PCF] me dijo que yo frenaba el movimiento que arrastraba a los jóvenes intelectuales hacia el partido.’[56]
Encontramos un eco a este temor en el texto de Angrad cuando dice: “De ello se sigue que la principal clientela de las novelas existencialistas, en Francia, es ampliamente constituida por los estudiantes de enseñanza media que leen a Sartre por debajo del pupitre, a escondidas de sus padres.’ Según Angrand, el existencialismo “pretende envenenar a nuestros/as alumnos/as de enseñanza media pertenecientes a las clases superiores.’ Y observa más adelante, “se comprende a partir de esto que los lectores prematuros o los jóvenes inocentes hayan entendido el existencialismo como un movimiento “de izquierda’ y progresista.’[57]
Raymond Aron, describiendo las relaciones entre Sartre y el PCF en 1946 constata que es un “extraño diálogo en el que uno de los interlocutores afirma su amistad y a cambio no recibe más que desaires.’[58] Sartre confirma esta observación:
Nunca antes había atacado a los comunistas hasta la aparición de un artículo titulado Materialismo y revolución en 1947[59], que trataba única y cortésmente de problemas filosóficos e ideológicos, y no de la política del partido. Hacía ya dos años y medio que yo era tratado de traidor, que se declaraba que yo era pagado por la Embajada americana o que sostenía a una burguesía moribunda.[60]
Si en “Materialismo y revolución" constatamos un tono cortés, texto en el que Sartre avanzaba una crítica filosófica a las bases “científicas’ del materialismo dialéctico defendidas por el PCF y a continuación proponía su propia filosofía de la libertad, en “¿Qué es la literatura?’ (1947) en cambio, encontramos un enfoque mucho más robusto. En este texto, Sartre no duda al afirmar “que la suerte de la literatura está ligada a la de la clase obrera’ pero constató su frustración por el hecho de no tener acceso a la mayoría del proletariado francés que estaba “encorsetado por un partido único, rodeado por una propaganda que lo aísla’ y que “forma una sociedad cerrada, sin puertas ni ventanas. Una sola vía de acceso, muy estrecha, el PC.’[61] Ataca el conservadurismo y el oportunismo del Partido y también su voluntad de dirigir a la burguesía. Afirmando que “la política del comunismo estalinista es incompatible con el ejercicio honesto de la profesión literaria’[62], Sartre continúa denunciando los “procedimientos conservadores" de los comunistas:
se persuade a través de la repetición, de la intimidación, de las amenazas violentas, de la fuerza despectiva de la afirmación, de las alusiones enigmáticas a demostraciones que en absoluto hacen, mostrándose con una convicción tan entera y hermosa que se coloca de entrada por encima de todo debate… no se responde nunca al adversario: se lo desacredita, él es la policía, el Servicio de Inteligencia, es un fascista. En cuanto a los pobres, no se les da nunca…[63]
La vehemencia de estas líneas se explica no solamente por la manera en la que el Partido había tratado a Sartre, sino también porque la redacción del texto coincidía con una campaña dirigida por el PCF contra Paul Nizan, amigo de juventud de Sartre y antiguo comunista que había dimitido del Partido en 1939 en el momento del pacto germano-soviético. Tras su muerte en combate cerca de St Omer en mayo de 1940, el Partido hizo circular el rumor de que Nizan había sido un chivato a sueldo de la policía francesa. Los ataques contra Nizan volvieron a aparecer en 1946 con la publicación del Existencialismo, de Henri Lefebre. Según una carta de Sartre al CNE, Louis Aragón había afirmado de nuevo (esta vez a Sartre) que Nizan «proporcionaba información sobre la actividad del partido comunista al ministerio del Interior.’[64] En abril de 1947 una declaración firmada por 25 intelectuales entre los cuales Sartre[65], exigía que el PCF proporcionase pruebas de la pretendida traición de Nizan. A fin de cuentas, la vigorosa reacción de los firmantes de la carta llevó la razón sobre las acusaciones comunistas, y Sartre comentaba más tarde:
Intimidados públicamente a dar cuenta de sus pruebas, escapan a ello reprochándonos que nunca les prestamos confianza y que no somos en absoluto generosos.[66]
Evidentemente, este episodio no ha arreglado las cosas entre Sartre y el PCF.
Las relaciones entre Sartre y el PCF han empeorado aún más tras la adhesión de aquel al Rassemblement Démocratique Révolutionnaire (RDR) a principios de 1948[67]. Este movimiento, puesto en marcha por David Rousset, Jean Rous y Gérard Rosenthal, se presentaba como una alternativa a la “podredumbre de la democracia capitalista’ y a “la limitación del comunismo a su forma estalinista’, y esperaba unir a los militantes del PCF, de la SFIO (sin obligarles a abandonar su partido) y a los que no tenían partido. Desde el principio, los comunistas, siempre hostiles a toda organización de izquierdas, veían a la RDR como a un rival y le reservaban “sus flechas más venenosas’[68] Por ejemplo, un meeting del RDR en la sala Pleyel en diciembre de 1948 fue descrito por Pierre Hervé como un “meeting antisoviético organizado… por una pandilla de intelectuales cuyas brillantes generalidades y sus eslóganes de capilla literaria disimulan mal una aceptación deliberada del régimen capitalista…’[69] Este artículo no ha dejado escapar la oportunidad de asociar una vez más a Sartre con las ideas de extrema derecha: “La fiesta no se habría completado si no hubiese estado sobre el escenario Simone de Beauvoir y Sartre, el cual ha empujado a temas deatistas[[70]] al conjunto europeo.’[71]
Por otra parte, Sarte y Rousset fueron presentados como los espías del gobierno y de Wall Street.[72] Esta acusación estaba ligada, al menos en parte, a la diferencia entre las posturas tomadas por Sartre y el PCF a propósito del Plan Marshall. Tras la declaración oficial de André Zhdanov en septiembre de 1947 de la división del mundo en dos bloques, la lucha contra la influencia del bloque imperialista y antidemocrático a la cabeza del cual se encontraban los Estados Unidos se volvía aún más importante. Si el PCF montaba una campaña vigorosa contra el Plan Marshall, la posición del RDR y de Sartre fue mucho más clara. El RDR rechazaba “una actitud estéril de hostilidad negativa’[73] hacia el Plan y la posición de Sartre era francamente inocente e irrealista. Aparentemente desconocedor de que uno de los objetivos del Plan Marshall era luchar contra la influencia socialista y comunista en Europa, Sartre declaró que “la aportación americana tiene que ser controlada y distribuida por organismos europeos y socialistas y utilizada para la construcción de la Europa socialista…’[74]
Sobre el plan nacional, Sartre y el RDR fueron igualmente atacados por el PCF a causa de su pretendido silencio a propósito de la gran huelga de mineros a finales de 1947, acusación que ellos rechazaron vigorosamente.[75] Hubo también una furiosa reacción en la prensa comunista a propósito de la obra de Sartre, Las Manos Sucias,[76] representada por primera vez en 1948. A pesar de las protestas de Sartre afirmando que de ningún modo se trataba de una obra política, sino más bien de una obra sobre política, Sartre fue acusado por Pol Gaillard en abril de 1948 de haber manifestado “un anticomunismo militante.’[77] Algunos meses más tarde, el escritor soviético, Ilya Ehrenbourg[,] también él escritor en Les Lettres françaises describía Las manos sucias como “un panfleto anticomunista y antisoviético de alta madurez intelectual’ añadiendo más adelante:
El hecho de que Sartre haya escrito Las Manos Sucias en el momento de la caza a los comunistas, en el momento de la encarnecida campaña antisoviética que no es otra cosa que la preparación de la guerra, este hecho significa que ha ligado su suerte a la suerte de Sr. Jules Moch, a la suerte de Sr. Dulles, de Sr. Churchill y del resto de inspiradores de la "cruzad".[78]
Durante la Liberación, cuatro años y medio antes, Sartre quería trabajar en colaboración con los comunistas; justo a comienzos del 1949, se le acusa de cómplice del ministro de Interior francés y de dos de los principales partidarios de la guerra fría. Un acercamiento entre Sartre y el PCF no se producirá hasta 1951 durante la campaña por la liberación de Henri Martin, y entre 1952 y 1956 él se convertirá en compañero de ruta del Partido.
Londres 2005
Traducido del francés por Iratxe Piñeiro.
Appendices
Notas
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[1]
S. Berstein et P. Milza, Histoire de la France au 20e siècle, Éditions complexe, 1991, p. 24.
-
[2]
Por supuesto esta cifra es discutible, dado que la cifra oficial del número de personas fusiladas en Francia por los alemanes es de 29 620. Sin embargo, si tomamos la fórmula del líder Maurice Thorez –“75.000 comunistas que han muerto por la Francia y la libertad’ lo que supone no solamente a los fusilados sino también a los soldados comunistas muertos en combate, a los comunistas muertos deportados o bajo tortura; esta cifra, aunque sea una exageración, parece más realista.
-
[3]
En septiembre de 1944, como respuesta a la pregunta « ¿Qué nación ha contribuido en mayor medida a la derrota de Alemania? », formulada por l’IFOP, un 61 % de los franceses ha respondido la URSS, contra solo un 29 % que ha dicho los Estados Unidos. Ver P. Ory & J.-F. Sirinelli, Les Intellectuels en France de l’Affaire Dreyfus à nos jours, Ediciones Perrin, 2004, p. 234. [Traducion en español Los intelectuales en Francia: Del caso de Dreyfus hasta nuestros días Pascal Ory, Universitat de Valencia. Servei de publicacions, 2007]
-
[4]
E. Morin, Autocritique, Édtions du Seuil, (Collection « Politique»), 1975, p. 47.
-
[5]
J. Fauvet, Hisoire du Parti Comunista français, Fayard, 1977, pp. 341-342.
-
[6]
Ver J.-P. Sartre, D. Rousset, G. Rosenthal, Entretiens sur la politique, Gallimard, 1949, p. 71.
-
[7]
Voir J. Gerassi, Jean-Paul Sartre, Hated Conscience of His Century, Volume 1, University of Chicago Press,
-
[8]
J.-P. Sartre, « Drieu la Rochelle ou la haine du soi », en Les Lettres françaises, N°6, abril 1943 ; « La littérature, cette liberté », en Les Lettres françaises, N°15, abril 1944, p. 8 ; « Un film pour l’après-guerre », en Les Lettres françaises, N°15, abril 1944, pp. 3-4 ; « L’Espoir fait l’homme », en Les Lettres françaises, N°18, julio 1944, p. 2. Hay además un artículo « Alphonse de Châteaubriant ou la peur d’être libre », escrito verosimilmente en la primavera de 1943 « sans doute destiné aux Lettres françaises » (Michel Contat). Texto y comentario de Contat distribuido en el coloquio de Cerisy, el 22 de junio de 2005 por Jacques Lecarme en el contexto de su comunicación sobre Sartre y las Lettres françaises.
-
[9]
S. de Beauvoir, La Force des choses, Gallimard, 1963, p. 18.
-
[10]
J.-P. Sartre, « Merleau-Ponty », en Situations IV, Gallimard, 1964, p. 219.
-
[11]
P. Robrieux, Histoire intérieure du parti communiste, Tome2 (1945-1972), Fayard, 1981, p. 22.
-
[12]
S. de Beauvoir, La Force des choses, Gallimard, 1963, p. 18.
-
[13]
P. Gavi, J.-P Sartre, P. Victor, On a raison de se révolter, Gallimard, 1974, p. 26.
-
[14]
Ver, por ejemplo, D. Desanti, Les Staliniens, Marabout, 1975, p. 510-511.
-
[15]
L. Casanova, Le Parti communiste, les intellectuels et la nation, Éditions sociales, 1949, p. 11.
-
[16]
Ver, por ejemplo, R. Caillois, « Georges Politzer et la critique des mythes », en Action, el 20 de octubre de 1944, p. 5.
-
[17]
V. Leduc, Le Marxisme est-il dépassé ?, Éditorial Raison d’Être, 1946, p. 157.
-
[18]
« À propos de l’existentialisme : Mise au point », en Action, N°17, 1944, p. 11 ; L’Existentialisme est un humanisme, Editiones Nagel, 1946 – texto ligeramente modificado de una conferencia dada al Club Maintenaint el 28 de octubre de 1945 ; « Jean-Paul Sartre répond à ses détracteurs », en C. Audry (dir), Pour et contre l’existentialisme, Ediciones Atlas, 1948, p 181-190. Texto basado en una emisión de radio « Lettresd’auditeurs et définition de l’existentialisme » transmitida el 3 de noviembre de 1947 en la serie de emisiones de La Tribune de Temps modernes.
-
[19]
J.-P. Sartre, « À propos de l’existentialisme : Mise au point », en M. Contat y M. Rybalka, Les Écrits de
-
[20]
Ibid.
-
[21]
H. Lefebvre, « ’Existentialisme’ et Marxisme : Réponse à une mise au point », en Action, el 8 de junio de 1945, p. 8.
-
[22]
G. Mounin, « L’Existentialisme est-il un humanisme ? », en Action, el 29 marzo de 1946, p. 13.
-
[23]
D. Desanti, « Le Paté « cheval-alouette » ou le « dialogue » des Temps Modernes », en Action, el 18 de agosto de 1948, p. 8.
-
[24]
Citado en D. Aury, « Qu’est-ce que l’existentialisme ? Bilan d’une offensive », en Les Lettres françaises, el 24 de noviembre de 1945, p. 5.
-
[25]
H. Lefebvre, « « Existentialisme » et Marxisme : Réponse à une mise au point », en Action, el 8 de junio de 1945, p. 8.
-
[26]
Ibid.
-
[27]
J.-P. Sartre, L’Existentialisme est un humanisme, Ediciones Nagel, 1946, p. 63.
-
[28]
P. Gaillard, « Pour qui écrit Sartre ? », en La Pensée, noviembre-diciembre de 1947, p. 110.
-
[29]
J.-P. Sartre, L’Existentialisme est un humanisme, Ediciones Nagel, 1946, p. 83.
-
[30]
J.-P. Sartre, « La République du silence », en Situations III, Gallimard, 1976, p. 11.
-
[31]
R. Garaudy, « Sur une philosophie réactionnaire. Un faux prophète : Jean-Paul Sartre », en Les Lettres
-
[32]
Entre otros miembrso del grupo, se encontraban los miembros de « la familia » : Pierre Bost, Wanda y Olga Kosakiewycz, Jean Pouillon, Simone de Beauvoir, Maurice Merleau-Ponty, Jean Toussaint y Dominique Desanti, Raymond Marrot, Georges y Jean Chazelas, y cinco estudiantes, François Cuzin, Simone Debout, Yvonne Picard, Raoul Levy y Jean Kanapa.
-
[33]
J. Kanapa, L’Existentialisme n’est pas un humanisme, Ediciones sociales, 1948, p. 84.
-
[34]
H. Lefebvre, L’Existentialisme, Ediciones Sagittaire, 1946, pp. 62-63.
-
[35]
J.-P. Sartre, L’Existentialisme est un humanisme, Ediciones Nagel, 1946, pp. 25-27.
-
[36]
R. Garaudy, « Sur une philosophie réactionnaire. Un faux prophète : Jean-Paul Sartre », en Les Lettres
-
[37]
J.-P. Sartre, L’Existentialisme est un humanisme, Ediciones Nagel, 1946, p. 55.
-
[38]
J.-P. Sartre, « À propos de l’existentialisme : Mise au point », en M. Contat y M. Rybalka, Les Écrits de
-
[39]
J.-P. Sartre, El Existencialismo es un humanismo, Ediciones Nagel, 1946, p. 51.
-
[40]
J.-P. Sartre, « À propos de l’existentialisme : Mise au point », en M. Contat y M. Rybalka, Les Écrits de
-
[41]
J.-P. Sartre, El Existencialismo es un humanismo, Ediciones Nagel, 1946, p. 52.
-
[42]
Ibid., p. 53.
-
[43]
R. Garaudy, « Sur une philosophie réactionnaire. Un faux prophète : Jean-Paul Sartre », en Les Lettres rançaises, N°88, 28 de diciembre de 1945, p. 1.
-
[44]
H. Mougin, « Courte Histoire de l’existentialisme », en La Pensée, n° 8, julio-agosto-septiembre 1946, p. 27.
-
[45]
Citato en D. Aury, ‘Qu’est-ce que l’existentialisme ? Bilan d’une offensive’, Les Lettres françaises, 24 de Noviembre de 1945, p. 5.
-
[46]
R. Garaudy, « Sur une philosophie réactionnaire. Un faux prophète : Jean-Paul Sartre », en Les Lettres françaises, N°88, 28 de diciembre del 1945, p. 1.
-
[47]
J.-P. Sartre, « À propos de l’existentialisme : Mise au point », en M. Contat et M. Rybalka, Les Écrits de Sartre, Gallimard, 1970, p. 653.
-
[48]
Ibid., p. 658.
-
[49]
C. Angrand, « L’Existentialisme philosophie antidémocratique », en Démocratie nouvelle, N°5, mayo de 1947, p. 242.
-
[50]
Ibid., p. 244.
-
[51]
Ibid., p. 242.
-
[52]
Ibid.
-
[53]
R. Vailland, « Un Phénomène de classe qui sert la réaction », en C. Audry, Pour et contre l’existentialisme, Paris, 1948, p. 177.
-
[54]
Ibid., p. 178.
-
[55]
Sartre, una película realizada por A. Astruc y M. Contat, Gallimard, 1977, p. 83.
-
[56]
Gavi y al, op. cit., p. 26.
-
[57]
C. Angrand, « L’Existentialisme philosophie antidémocratique », en Démocratie nouvelle, N°5, mayo de 1947, p. 243.
-
[58]
R. Aron, « Marxisme et existentialisme », texto de una conferencia que tuvo lugar en 1946, retomada en Marxismes imaginaires, Gallimard, (Collection Idées), 1970, p. 27.
-
[59]
De hecho este artículo ha sido publicado en Temps modernes en junio y julio de 1946 ?
-
[60]
J.-P. Sartre, D. Rousset, G. Rosenthal, Entretiens sur la politique, Gallimard, 1949, pp. 74-75.
-
[61]
J.-P. Sartre, « Qu’est-ce que la littérature ? », en Situations II, Gallimard,1948, p. 277.
-
[62]
Ibid., p. 280.
-
[63]
Ibid., p. 280.
-
[64]
« Le Cas Nizan », en Les Temps modernes, N°22, julio de 1947, pp. 181-182.
-
[65]
Ibid.
-
[66]
J.-P. Sartre, prólogo a P. Nizan, Aden Arabie, François Maspero, 1960, p. 7.
-
[67]
Para un análisis detallado del RDR, ver I. Birchall, “Neither Washington nor Moscow? The rise and fall of the Rassemblement Démochratique Révolutionnaire’, en Journal of European Studies, Vol 29. 1999, pp. 365-404.
-
[68]
J.-P. Sartre, D. Rousset, G. Rosenthal, Entretiens sur la politique, Gallimard, 1949, p. 203.
-
[69]
P. Hervé, « La Clique de ceux qui ont « rejeté en bloc la révolution » », en L’Humanité, el 15 diciembre de1948, p. 3.
-
[70]
Marcel Déat, nacido el 7 de marzo de 1894. Dirigente socialista, se convierte en disidente socialista, después un ardiente colaborador durante la ocupación. Condenado a muerte por rebeldía en junio de 1945 por la Corte Suprema de justicia muere el 5 de enero de 1955.
-
[71]
P. Hervé, « La Clique de ceux qui ont « rejeté en bloc la révolution » », en L’Humanité, el 15 de diciembre de1948, p. 3.
-
[72]
M.-A. Burnier, Les Existentialistes et la politique, Gallimard, (Collection Idées), 1966, p. 67.
-
[73]
La Gauche-RDR, N°3, 16-30 junio de 1948, p. 4, citado en I. Birchall, « Neither Washington nor Moscow ? The rise and fall of the Rassemblement Démocratique Révolutionnaire », en Journal of European Studies, Vol 29, 1999, p. 387.
-
[74]
J.-P. Sartre, D. Rousset, G. Rosenthal, Entretiens sur la politique, Gallimard, 1949, p. 110.
-
[75]
Ver J.-P. Sartre, D. Rousset, G. Rosenthal, Entretiens sur la politique, Gallimard, 1949, pp. 143-148.
-
[76]
Texto publicado en Les Temps modernes N°30, marzo de 1948, pp. 1537-1582, N°31 abril de 1948, pp. 1754-1813. La obra fue presentada por primera vez el 2 de abril de 1948.
-
[77]
P. Gaillard, « C’est Sartre qui a les mains sales », en Les Lettres françaises, N°203, el 8 abril de 1948.
-
[78]
I. Ehrenbourg, « Contre le mensonge politique. Faulkner et Sartre vus par un écrivain soviétique », en Les Lettres françaises, el 10 de febrero de 1949, p. 6.